Querido verano, hoy (en realidad hoy ya es ayer) tengo entendido que nos abandonas hasta el año que viene. Bueno, no tengo mucho que decirte. Te vas otra vez con las mismas promesas de siempre incumplidas**(ver nota al pie), pero no es tu culpa. Tengo que reconocer que, una vez finiquitada la navidad, me paso el día rumiando y llenando mi cabeza con altas expectativas de diversión dignas de un videoclip adolescéntico de la MTV, para colmo este año he descubierto Pinterest, que tampoco es que ayude mucho. Soy consciente de que la vida no tiene esos filtros fotográficos tan chulos, que hacen que las vidas ajenas parezcan tan estupendas y ociosas, pero reconoce que este año has sido raro, por no decir otra cosa. El caso es que yo mucho crear listas de reproducción de buen rollo en Spotify, y al final he escuchado más a Bon Iver que en todo el puñetero invierno (ya le dedicaré un post a Bon Iver, tranquilos).
Por otro lado, tengo que reconocer que tu segunda mitad ha estado bastante bien, no tenía unas vacaciones tan largas y relajadas desde que iba a la E.S.O. y "eso" (ja ja ja) es de agradecer. He tenido suficientes dosis de buenos momentos (amigos, familia, lectura, siestas, playa, piscinas, mojitos y hasta rutas a la luz de la luna) como para que no pierda la fe en ti y te espere con ganas un año más.
En fin, amigo, nos queda un largo, frío (y posiblemente aburrido) camino por recorrer hasta volver a vernos...te esperaré como cada año, soñando con playas, piscinas, lluvias de estrellas, mojitos y cosas de esas.
